El Nuevo Testamento: ¿Correctamente Dividido o Hecho Trizas?

Probablemente ha escuchado el desdeñoso argumento de que todo se puede probar por medio de la Biblia—que es un inconsistente conjunto de libros, escrito por diversos individuos a través del tiempo y que no se puede confiar en lo absoluto como una guía en la vida. Si a si es, no es de sorprender, pues en años recientes se ha visto un ataque publico sin precedentes por los estudiosos del Nuevo Testamento como un documento coherente.

Se ha hecho del conocimiento popular que los primeros apóstoles no estaban unidos por sus creencias y doctrinas. Pablo, un judío helenista de la diáspora, es descrito como uno que desacuerda con los apóstoles de Judea, especialmente con Pedro y Santiago. Se dice que él creó el Cristianismo Paulino, diferente a las enseñanzas de los primeros seguidores de Jesús. Los estudiosos también ven al apóstol Juan teniendo un enfoque diferente, estableciendo lo que ellos llaman Cristianismo Joánico.

Si todo esto es verdad, entonces deberíamos esperar encontrar gran conflicto doctrinal en el centro de los escritos del Nuevo Testamento. Esto es lo que muchos estudiosos han enseñado durante los últimos 150 años, siguiendo el pensamiento del influyente teólogo alemán F.C. Baur y la escuela de Tübingen. Deberíamos anticipar a Pablo contradecir a Santiago y a Pedro y viceversa; deberíamos encontrar ejemplos de Juan en desacuerdo con Judas, Santiago y Pedro, y ellos con él.

TODO LO CONTRARIO

Sin embargo existe evidencia de lo contrario para los que tengan ojos para ver. Por supuesto que se requiere un punto de partida diferente, mas si aceptamos lo que Jesús dijo sobre el efecto que tendría la venida del Espíritu Santo, las cosas se aclaran más. Aquí están las palabras de Jesús a sus discípulos al final de su ministerio, un poco antes de su muerte:

«Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber» (Juan 16:13–15, Reina-Valera 1960).

Esta es una convicción de que la unidad resultará del Espíritu en marcha al diseminar la verdad y mostrando que fluye de Dios.

¿Entonces qué pues encontramos en los escritos de los apóstoles que demuestran la unidad del Espíritu en la enseñanza y practica?

PEDRO Y PABLO

Lo siguiente es una declaración de Pedro al final de su vida:

«Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición» (2 Pedro 3:14–16).

«Y considerad la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como os escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada. Asimismo en todas sus cartas habla en ellas de esto».

Pedro (2 Pedro 3:15–16, La Biblia de las Américas)

Aunque en una ocasión Pablo tuvo que desacordar con Pedro (Gálatas 2:11–14), generalmente no tenían diferencias doctrinales. El hecho de que Pedro expresó que los escritos de «nuestro amado hermano» así como lo dicen las Escrituras, puso las enseñanzas de Pablo en una categoría muy especial. Si otros tuercen las palabras de Pablo por implicación, no así Pedro—él acuerda con ellas.

La enseñanza que Pedro dijo tenían en común en esta ocasión concierne con la asociación entre la salvación y la paciencia de Dios. Como se mencionó anteriormente, escribió: «Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas».

En la epístola de Pablo a la congregación en Roma, preguntó: «¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?» (Romanos 2:4).

La epístola de Pedro también plantea una pregunta en cuanto a la circulación de las epístolas de Pablo entre los otros apóstoles. Pedro los conocía, y dijo que a las congregaciones que él estaba escribiendo en la Diáspora de igual manera sabían lo que Pablo decía en sus cartas. Basado en esto, es muy difícil que otros apóstoles no lo supieran también.

«¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?»

Pablo (Romanos 2:4, La Biblia de las Américas)

Sin embargo había mucho más que los unía.

UNIDA EN JERUSALÉN

En la reunión de Jerusalén mencionada en Hechos 15, los apóstoles y ancianos (incluidos Pedro, Pablo y Santiago) llegaron a una decisión unificada sobre lo que se debía requerir de los gentiles para convertirse en seguidores de Jesús. Observe así como Cristo lo prometió, se les dio a los apóstoles ayuda especial para lograr la unidad sobre esa pregunta. Detallando los específicos que se esperan de los gentiles convertidos, su conclusión escrita declara, «Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas …» (Hechos15:28).

A través de la narración vemos a los apóstoles y lideres—Santiago, Pedro, Pablo, Bernabé, Judas Barsabás y Silas—junto con la iglesia en Jerusalén, que llegaron a un acuerdo doctrinal a través del Espíritu. También es instructivo lo que Santiago dijo del nuevo entendimiento que estaba alineado con lo que los antiguos profetas habían dicho, y citó a Amos como ejemplo (Hechos 15:15–17).

En su epístola a la iglesia de Éfeso, Pablo dijo que esa congregación estaba «edificado sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo» (Efesios 2:20). Es inconcebible que tal iglesia no estuviera unidad en sus prácticas y creencias.

En efecto, mencionó el papel del Espíritu Santo de dar a conocer la verdad a los apóstoles y los profetas: «leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu» (Efesios 3:4,5).

SANTIAGO Y PABLO

No es de sorprenderse entonces, que Santiago y Pablo mismos se expresaran con las mismas palabras sobre la necesidad de los creyentes de poner el conocimiento en acción. Santiago dijo, «Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:22). Pablo escribió, «porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados» (Romanos 2:13).

«Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos».

Santiago (Santiago 1:22, La Biblia de las Américas)

Santiago y Pablo también compartieron algunos términos clave indicados por Margaret M. Mitchell en su essay «La Epístola de Santiago como un Documento del Paulinismo?» (Reading James With New Eyes, 2007 [Leyendo a Santiago con Ojos Diferentes]); por ejemplo, su singular uso del título que le dan a Jesús, «glorioso Señor Jesucristo» (vea Santiago 2:1 y 1Corintios 2:8). También está la manera en que Santiago se refiere a sí mismo como siervo (en griego, doulos) de Cristo (Santiago 1:1). Pablo utilizó el mismo termino varias veces (vea Romanos 1:1; Filipenses 1:1).

Ligeras variaciones de la frase «la venida del Señor», en referencia al regreso de Cristo, se encuentra en Santiago 5:7–8 y en varios lugares en la primera epístola de Pablo a la iglesia en Tesalónica (vea 1 Tesalonicenses 2:19; 3:13; 5:23).

Hay también un par de construcciones lingüísticas que son usadas solamente en los escritos del Nuevo Testamento de Santiago y Pablo. La primera es «si alguno se cree…» Santiago lo escribió en el capitulo 1:26: «Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana», Pablo empleó «si alguno [de vosotros] se cree» o «se inclina» en 1 Corintios 3:18; 1 Corintios 11:16; y 1 Corintios 14:37.

El segundo ejemplo es una frase que primero fue empleada por Pablo en toda la literatura griega existente: «no erréis» (vea 1 Corintios 6:9; 1 Corintios 15:33; Gálatas 6:7). Santiago también utilizó justamente la misma frase (vea Santiago 1:16).

SANTIAGO Y JUAN

El concepto de cuidar de los demás se encuentra en las epístolas de Santiago y 1 de Juan. Santiago señaló la hipocresía que toma parte al decir pero no el hacer respecto a los hermanos y hermanas que necesitan urgente ayuda: «Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?» (Santiago 2:15–16).

La instrucción de Juan de lo que se tiene que hacer por los necesitados es la misma: «Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad» (1 Juan 3:17–18).

Santiago y Juan también enseñaron a evadir el amor al mundo, sus caminos y bienes materiales. Es cuestión de establecer prioridades. Santiago advirtió: ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios (Santiago 4:4). Juan enseñó: «No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él» (1 Juan 2:15).

PEDRO Y JUDAS

Existe una amplia concordancia entre la segunda epístola de Pedro y la epístola de Judas en términos de contenido y de enseñanza. De hecho, son tan semejantes en ciertas partes que uno podría estar tentado a pensar que uno de los escritores cometió plagio. Mientras que varios de los temas y expresiones son similares, las dos epístolas fueron escritas en diferentes ocasiones y para diferentes audiencias. Ambas hablan de falsos maestros que con su sensualidad niegan a Cristo; ángeles caídos a quienes les espera juicio en el día final; el pecado y castigo de Sodoma y Gomorra; la blasfemia procedente de maestros ignorantes con instintos animales—hombres jactanciosos sin substancia espiritual que encubiertamente se han infiltrado; y las certeras predicciones de Jesús y los apóstales sobre la venida del engaño y actitudes burlistas que las acompañarían (vea «Pedro y Judas».

PABLO Y JUAN

Pablo y Juan nos dan más enseñanzas paralelas sobre el tema de los falsos apóstoles. Mientras Pablo se preparaba para dejar a los ancianos de la región de Éfeso por última vez, les dio la siguiente advertencia: «Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos» (Hechos 20:29–30).

En una epístola de finales del siglo, Juan confirma que tales maestros existían dentro de la Iglesia pero después salieron. Escribió: «Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros» (1 Juan 2:18–19).

Pablo y Juan también enseñaron los mismos conceptos sobre la identidad dada al creyente por el Espíritu Santo. Pablo dijo: «Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él» (Romanos 8:9). Juan instruyó: «Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado» y «En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu» (1 Juan 3:24; 4:13).

A Juan se le conoce como «el apóstol del amor» porque utilizó el término griego ágape y sus derivados varias veces. Esta palabra y sus términos derivados aparecen en su evangelio y primera epístola. Así que podría caer como sorpresa que Pablo la utiliza 107 veces. Su primera epístola a la iglesia de Corinto quizás contiene el pasaje más conocido definiendo al amor y su suprema importancia para los seguidores de Jesús (vea 1 Corintios 13).

Tanto Pablo como Juan tratan con la congregación de Éfeso, y ambos hablaron sobre el amor en sus mensajes respectivos a ellos. La epístola de Pablo a los efesios contiene más de una sexta parte de su uso y dice bastante sobre el amor que los hermanos de dos pueblos separados (judíos y gentiles) deben tener por cada uno. También trata sobre el amor que debe existir entre marido y mujer, hijos y padres, patrones y empleados.

Pablo también escribió en cuanto al amor con respeto hacia la iglesia en Éfeso en su epístola a Timoteo, el cual enseñaba ahí. Dijo, «Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida» (1 Timoteo 1:5).

Juan transmitió a los efesios las palabras de Cristo en elibro de Apocalipsis. Estos muestran que el impacto de los falsos maestros ha sido contrarrestado por su respuesta—quizás debido a la advertencia de Pablo—aunque la práctica del amor se necesitaba mucho: «Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor» (Apocalipsis 2:2–4).

EL COMPENDIO DE PABLO

Debería ser aparente que existen muchos paralelos y similitudes entre varios autores del Nuevo Testamento. Ni siquiera hemos considerado los cuatro escritores del Evangelio, sino que nos hemos concentrado en varias de las epístolas. El conocimiento de que no se puede confiar en el Nuevo Testamento porque sus autores están unos contra otros no tiene merito.

El entendimiento del impulso esencial del Nuevo Testamento disipará la falsa idea de una vez y por todas. Volviendo a la epístola de los efesios, encontramos que Pablo expresó el predominante propósito de Dios en relación con en términos amplios que se centran sobre la eventual unidad de todo.

Pablo dijo que Dios está «dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra» (Efesios 1:9–10). Puesto que ese es el propósito de Dios, por qué querría guiar a Sus apóstoles a escribir otra cosa que no fuera Nuevo Testamento coherente y unificado New Testamento?