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(PARTE 3)

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En Antioquía, Siria, una floreciente congregación se encontraba bien establecida en la época en que Bernabé y Pablo fueron elegidos para expandir sus actividades evangelísticas. El apoyo de los seguidores de Jesús significaba mucho para estos dos hombres, quienes regresarían a su hogar para informar de sus experiencias. Ambos emprendieron su camino con un familiar de Bernabé, Juan Marcos (consulte Colosenses 4:10), como ayudante. Juntos bajaron al puerto romano de Seleucia, a unos 25 km (16 millas) de distancia, para abordar un barco hacia la isla de Chipre. Tras navegar algunas horas por alrededor de 216 km (135 millas) llegarían a las aguas pristinas de la ciudad chipriota oriental de Salamina.

DE LA SINAGOGA A LA HECHICERÍA

Chipre era una primera parada natural en su viaje debido a que Bernabé era originario de la isla (Hechos 4:36) y otros les habían precedido tras la persecución y la dispersión de la iglesia en Jerusalén después del martirio de Esteban (Hechos 11:19). Por supuesto que Pablo se había opuesto activamente a los creyentes y había sido una pieza clave en el asesinato de Esteban y en la dispersión del grupo. Seguramente estaba consciente de su recién descubierta fe mientras desembarcaba y también consideró el trabajo que tenía por delante.

Debido a su ubicación en la costa justo al norte de Palestina, Salamina probablemente hacía mucho que atraía al pueblo judío, empezando por el periodo griego (del siglo IV al I a.C.), cuando era la ciudad principal de la isla. En el siglo I d.C. la ciudad aún seguía siendo el mayor centro comercial de la isla. La comunidad de la diáspora judía contaba con varias sinagogas bien establecidas

Fue allí a donde se dirigieron primero los viajeros. Éste se habría de convertir en el patrón de las enseñanzas de Pablo: primero iría a la sinagoga donde, de acuerdo con algunos especialistas, en la diáspora del siglo I la audiencia era de casi el 50% de no judíos. Hablaría con sus compañeros judíos, los prosélitos y los adoradores gentiles o «temerosos de Dios» que se encontraban entre ellos. Les contaría que el Mesías había venido y luego se los demostraría con las Escrituras Hebreas. Después de todo, se trataba de las personas con quienes tenía un pasado en común. Si el mensaje de Pablo hubiera contradicho a los escritos hebreos y al culto tradicional, nadie le hubiera escuchado.

No tenemos nada más registrado de su estancia en Salamina, aunque sabemos que Bernabé regresó más tarde a Chipre con Juan Marcos, al parecer para alentar a los creyentes establecidos allí (Hechos 15:36–39).

Los tres hombres fueron entonces al lado occidental de la isla, a la ciudad de Pafos, que se había convertido en la capital administrativa romana y en el primer puerto de escala en Chipre para las embarcaciones que navegaban hacia el este por el Mediterráneo. Ésta sería una visita muy importante. Aquí entraron en contacto con el gobernador de la isla, el procónsul romano Sergio Paulo. El nombre se ha encontrado en tres inscripciones romanas, una de las cuales identifica a un administrador del área del Río Tíber en Roma cerca de la época en que Bernabé y Pablo habrían visitado Chipre.

Sergio Paulo mandó llamar a los visitantes y quedó especialmente impresionado cuando Pablo mostró que el consejero espiritual del gobernador, el mago judío Barjesús, era un fraude. El hombre estaba en contra de los viajeros e intentó disuadir al gobernador de aceptar su doctrina. Pablo pidió a Dios que cegara temporalmente al mago de manera que aprendiera que no debía ser un enemigo. Cuando Barjesús pidió que le guiaran de la mano Sergio Paulo quedó convencido y se convirtió en creyente del poder de Dios y del mensaje de Pablo.

El gobernador venía probablemente de Pisidia, al centro de Asia Menor, de otra ciudad llamada Antioquía donde, de acuerdo con algunos especialistas recientes, su familia poseía grandes extensiones de tierra. Era a esa ciudad a donde Bernabé y Pablo se dirigirían a continuación. ¿El procónsul les habrá sugerido que fueran a su región natal para llevar el mensaje a su familia? Después de todo, sus familiares podrían haberles brindado su ayuda y apoyo, así como ponerles en contacto con la colonia romana. Parece ser una razón suficientemente buena para que Pablo y su compañero se embarcaran de Pafos hacia Perge en lo que hoy es la costa sur de Turquía.

ÉXITO EN UN ENTORNO ROMANO

Se nos cuenta que en Perge Juan Marcos dejó a sus compañeros y regresó a Jerusalén. La razón para su partida es poco clara, aunque podemos suponer que no era una razón lo suficientemente buena conforme al pensamiento de Pablo. En sus escritos sobre una discusión entre Pablo y Bernabé acerca de la futura ayuda de Juan Marcos, Lucas nos dice que «A Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no había ido con ellos a la obra» (Hechos 15:38).

Luego de irse su ayudante los hombres comenzaron su difícil viaje de Perge a Antioquía a través de los desafiantes Montes Tauros, alrededor de 1,100 m (3,600 pies) por encima del nivel del mar. Los judíos habían vivido allí desde mucho antes de su fundación alrededor del año 280 a.C. Era un centro administrativo romano en la provincia de Galacia, que había sido nombrada provincia romana en el 25 a.C. por el emperador Augusto. En la época de Pablo algunos de los habitantes eran descendientes de veteranos romanos a quienes se les había permitido retirarse allí. Era una ciudad que se encontraba en un importante proceso de construcción y algunos decían que gran parte de su magnificencia se asemejaba a la de Roma.

«Cuando se disolvió la asamblea, muchos judíos y prosélitos fieles acompañaron a Pablo y a Bernabé… El siguiente sábado casi toda la ciudad se congregó para oír la palabra del Señor».

Hechos 13:43–44, Nueva Versión Internacional

Lucas nos dice que cuando Pablo y Bernabé llegaron a la ciudad «entraron en la sinagoga un día de reposo» (Hechos 13:14). Los líderes de la congregación pidieron a los visitantes judíos que hablaran al pueblo. Una vez más la comunidad de la sinagoga a la que se dirigía Pablo estaba formada de judíos y gentiles. Es importante observar aquí que muchos en el Imperio Romano estaban impresionados con el judaísmo, al que consideraban una religión muy antigua, quizá incluso la religión primaria. Muchos adoptaron al Dios hebreo, Yahvé, y el judaísmo gozaba de ciertas libertades religiosas especiales en algunas partes del imperio, incluyendo la libertad de culto el día de reposo. Así que no era tan extraño encontrar a romanos no judíos en las sinagogas fuera de Judea. Esto explica por qué Pablo se dirigió a la audiencia de Antioquía como «hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros teméis a Dios [los gentiles temerosos de Dios]» (versículo 26). Ésta es una clara indicación de que Pablo estaba hablando a dos grupos distintivos, algunos de los mismos tipos de personas que formaron la Iglesia en otras partes de la diáspora. Su discurso acerca de la historia del antiguo Israel y de la vida, muerte y resurrección de Jesús fue tan eficaz que algunos judíos, prosélitos o temerosos de Dios se le unieron. Otros pidieron que se les diera el mismo mensaje el siguiente día de reposo, cuando se nos relata que «se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios» (versículo 44).

Lo que Pablo enseñaba ha sido objeto de gran debate. Algunos están convencidos de que habló en contra de mantener la ley y a favor de «vivir bajo la gracia», pero si Pablo hubiera predicado en contra de la ley, ¿hubiera sido capaz de convencer a los judíos en la sinagoga, quienes se convirtieron en seguidores de Jesús, de no continuar cumpliendo con el día de reposo, por ejemplo? ¿O hubiera enseñado a los creyentes judíos y gentiles a realizar diferentes prácticas? ¿Hubiera Pablo pedido a los judíos que se reunieron el día de reposo y a los gentiles que se reunieran aparte en domingo? ¿Cómo es que se hubiera reunido la Iglesia sobre esas bases? ¿Cómo es que la Iglesia se hubiera podido unir en una misma fe y práctica? No hubieran podido hacerlo y, de hecho, Pablo se refiere a los seguidores judíos y gentiles de Jesús en Corinto en singular como «la iglesia de Dios», no como dos grupos diferentes con distintas creencias y prácticas (consulte 1 Corintios 10:32). La única conclusión lógica es que enseñaba lo mismo a ambas partes de la Iglesia, incluyendo el reunirse juntos el mismo día, el día de reposo.

COMIENZA LA OPOSICIÓN VIOLENTA

Los judíos que no aceptaron el mensaje de Pablo se mostraron envidiosos por su éxito y hablaron en su contra (Hechos 13:45). Esto tuvo el efecto de convencer a Pablo de que en este lugar sólo debía enseñar a partir de ese momento a los gentiles. Una vez más tuvo éxito y el evangelio se extendió por toda la región. Una mayor animadversión de los incrédulos judíos, que agitaron a los líderes de la ciudad y a algunas de las mujeres acaudaladas y temerosas de Dios que les apoyaban en la sinagoga, provocó que los dos apóstoles fueran echados del área.

«Porque así nos lo ha mandado el Señor: Te he puesto como luz para los Gentiles, a fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra».

Hechos 13:47, La Biblia de las Amércas

De Antioquía, Pablo y Bernabé viajaron unos 144 km (90 millas) hacia el sudeste hasta Iconio (ahora Konya), en lo que era la antigua provincia de Frigia, que en el año 25 a.C. se volvió parte de Galacia. En la época de la visita de Pablo era probablemente una ciudad griega y aún no una colonia romana, aunque el emperador Claudio permitió que fuera nombrada Claudiconium en su nombre. Estaba conectada a Antioquía por un camino romano conocido como la Vía Sebaste. Pablo fue a Iconio más de una vez durante su ministerio y escribió una de sus epístolas del Nuevo Testamento a los congregantes en el área de los alrededores de Galacia.

En su primera visita Pablo y Bernabé fueron a la sinagoga como era habitual y muchos judíos y gentiles quedaron convencidos por su mensaje; pero en su reacción, los judíos restantes se molestaron y envenenaron la mente de los demás gentiles en contra de los nuevos creyentes. A pesar de esta fuerte oposición Pablo y Bernabé continuaron predicando por algún tiempo. No fue sino hasta que se descubrió un violento plan en su contra que huyeron para salvar su vida y evitar ser apedreados (Hechos 14:1–6).

TRATADOS COMO DIOSES, DADOS POR MUERTOS

Pablo y Bernabé llegaron a las siguientes dos ciudades en su viaje, Listra y Derbe en Licaonia, siguiendo un camino sin pavimentar. En la actualidad casi no queda nada de aquellas ciudades, sólo montículos de escombros en los lugares donde posiblemente se encontraban. Cuando Pablo sanó a un hombre lisiado que se sentaba a las puertas de Listra causó revuelo entre la población. Los espectadores estaban convencidos de que los dioses habían bajado con ellos. Se trataba de una audiencia diferente a las que Pablo y Bernabé habían encontrado. Eran paganos, pues creían en los dioses griegos. Justo a las afueras de la ciudad había un templo dedicado a Zeus, el padre de los dioses. La gente pensó que Bernabé era Zeus y que Pablo era Hermes, debido a que en la mitología griega era él quien acompañaba a Zeus y era su mensajero. El sacerdote local de Zeus respondió de inmediato, llegando con guirnaldas y toros para ofrecerlos en sacrificio a los visitantes.

«Y la gente, al ver lo que Pablo había hecho, comenzó a gritar en lengua licaónica: ¡Estos son dioses venidos en forma humana! Y se pusieron a llamar Zeus a Bernabé, y Hermes a Pablo, que era quien llevaba la palabra».

Hechos 14:11–12, Castilian

Pablo y Bernabé estaban impactados por la adulación y corrieron entre la gente intentando disuadirles, explicándoles que sólo eran hombres (versículos 14–15). La situación brindó a Pablo la oportunidad de preparar su mensaje de una manera diferente, una que podría repetir con otras audiencias paganas. Les dijo que había un Dios viviente, padre de toda la creación. Este Dios era diferente a las «vanidades» carentes de poder de los paganos y en el pasado había permitido a todas las naciones seguir su propio camino, pero no había dudado en darse a conocer a la humanidad en cuanto a que Él hacía el bien para todos «dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones» (versículos 15–17). Sin embargo, las palabras de Pablo apenas fueron suficientes para evitar que los pobladores de Listra contuvieran su fuerte emoción y no completaran sus ofrendas de sacrificio.

Pronto surgirían mayores problemas con la llegada de los enemigos judíos de Antioquía e Iconio, quienes habían escuchado hablar de lo ocurrido en Listra y motivaron a la gente para que intentaran arrebatarle a Pablo su vida. Le apedrearon y lo dejaron fuera de la ciudad pensando que había muerto. Mientras que algunos de los pocos que habían respondido al mensaje de Pablo se encontraban de pie junto a su cuerpo —sin duda incluyendo al joven Timoteo y a sus familiares— Pablo se puso milagrosamente en pie y fue a la ciudad.

Él y Bernabé partieron el día siguiente hacia Derbe, donde Lucas nos dice solamente que predicaron el evangelio y enseñaron a muchos. Después de su visita Pablo y Bernabé volvieron sus pasos, fortaleciendo a los nuevos creyentes en cada lugar y nombrando a ancianos para que cuidaran de las nuevas iglesias. Al regresar a Perge predicaron una vez más y poco después abordaron un barco con rumbo a su base natal en Antioquía, Siria.

UNA CRISIS DETERMINANTE

Una vez de regreso en Antioquía reportaron a la Iglesia todo lo que había ocurrido y cómo Dios «había abierto la puerta de la fe a los gentiles» (versículo 27). Permanecieron allí durante los siguientes dos años y medio y al parecer la Iglesia estaba floreciendo, pero con la llegada de visitantes desde Jerusalén se comenzó a desarrollar una fuerte controversia. Una de las enseñanzas que Pablo estaba compartiendo, especialmente entre los creyentes gentiles, ahora se encontraba en su punto más álgido y se habría de convertir en una fuerte discusión en la Iglesia del Nuevo Testamento, a tal grado que requeriría una visita a Jerusalén y una decisión del consejo. ¿Cuál era exactamente esa enseñanza?

La iglesia de Antioquía en Siria era un grupo muy heterogéneo, compuesto de personas de diferentes antecedentes étnicos y religiosos; pero a pesar de sus diferencias físicas y culturales, como miembros de la Iglesia de Dios todos estaban unidos en una misma fe. Entonces algunos hombres vinieron de Judea y comenzaron a perturbar su paz. Eran probablemente seguidores de Jesús, pero quizá también eran del grupo de los fariseos. Aunque no habían recibido instrucciones de Jerusalén para hacerlo, requerían la circuncisión de los seguidores gentiles del Camino. Decían «Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos» (Hechos 15:1).

Aunque Pablo también era fariseo y Bernabé un levita, no requerían la circuncisión de los gentiles a quienes habían predicado ni habían acordado que la iglesia de Antioquía en Siria hiciera tal solicitud. El argumento no podía resolverse tan fácilmente, así que Pablo y Bernabé fueron enviados a consultar con los apóstoles y los ancianos en Jerusalén para tomar una decisión. Fueron recibidos afirmativamente cuando reportaron cómo se había desarrollado la Iglesia entre los gentiles, pero, una vez más, surgió una contención. «Algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés» (versículo 5). Estos hombres insistían en que los gentiles debían ser circuncidados, de manera que se pudiera mantener el enfoque fariseo de la ley de Moisés.

DE ACUERDO Y EN DESACUERDO

Después de mucho debate, primero Pedro y luego Bernabé y Pablo relataron sus experiencias con lo que había sucedido en los últimos años durante el desarrollo de la Iglesia cuando los gentiles creían en Jesús. Ellos confirmaron que estas personas habían recibido al Espíritu Santo sin haber pasado por una circuncisión como adultos. En efecto, su «circuncisión» era del corazón. La señal de que habían sido aceptados por Dios como iguales con los judíos no era física, sino que todos ellos se encontraban en un mismo parecer en el Espíritu.

Cuando la audiencia no tuvo nada más qué decir, Jacobo, el hermano de Jesús y líder de la iglesia de Jerusalén, resumió lo dicho y tomó una decisión. Citando al profeta Amós y basado en las afirmaciones sobre el tema de Isaías y de otras Escrituras Hebreas, Jacobo mostró cómo el propósito de Dios no se limitaba al pueblo de Israel, sino que incluía al «resto de los hombres»v (versículo 17). En este relato se muestra que cualquier pensamiento sobre un distanciamiento ocurrido a raíz de la controversia entre Pablo y Pedro o Pablo y Jacobo en realidad carece de fundamento.

Así, los apóstoles y los ancianos en Jerusalén decidieron que los gentiles adultos no debían ser circuncidados. Se confirmó que lo que Pablo y Bernabé habían enseñado era lo correcto. La iglesia de Jerusalén también decidió que los gentiles debían cuidarse especialmente de cuatro aspectos de particular relevancia en sus sociedades. Debían apartarse «de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre» (versículos 20, 29).

Lo que se olvida con frecuencia es que estas cuatro prohibiciones provienen de la época de Moisés y regían la admisión de los gentiles en la nación de Israel. Eran, en ese aspecto, parte de la ley mosaica. No hay indicios en el libro de Hechos de que los gentiles no debían cumplir con la ley. Lo que sucedió con respecto a la circuncisión se trató simplemente de una aclaración de cómo se aplicaría la ley de Moisés a los gentiles que ingresara a la comunidad de la Iglesia. Cuando Bernabé y Pablo regresaron a Antioquía acompañados por dos miembros líderes de la iglesia de Jerusalén llamaos Judas y Silas, había gozo porque sus enseñanzas se habían confirmado.

Fue entonces cuando ocurrió la separación del equipo formado por Bernabé y Pablo. Como se mencionó antes, estaban en desacuerdo con respecto a la ayuda de Juan Marcos, a quien Bernabé llevó ahora a Chipre. En cuanto a Pablo, él y Silas emprendieron un segundo viaje, volviendo a visitar muchas de las mismas ciudades en donde él y Bernabé habían estado antes y yendo también a muchos otros nuevos lugares. Continuaremos con sus viajes en la Quinta Parte de esta serie.

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