Confrontado con la evidencia de la crueldad de la esclavitud, William Wilberforce concluyó que él «jamás descansaría» hasta lograr abolir la esclavitud en todo el Imperio Británico... y en efecto, nunca lo hizo. Debido a la fuerte oposición de quienes temían que Gran Bretaña quedara en desventaja económica de prohibirse la esclavitud, la lucha resultó ser un reto de toda su vida.