¿Quién fue el buen samaritano original?
A veces oímos de personas a las que se describe como «buenos samaritanos», pero ¿de dónde procede esta expresión? He aquí la historia según la registrara un médico del siglo I solo conocido como Lucas:
«En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:
— Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
Jesús replicó:
— ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?
Como respuesta el hombre citó:
— «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente» y: «Ama a tu prójimo como a ti mismo».
— Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.
Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:
— ¿Y quién es mi prójimo?
Jesús respondió:
— Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. «Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva». ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
— El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.
— Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús (Lucas 10:25–37, Nueva Versión Internacional).