¿Es Dios una Trinidad?
¿Alguna vez ha tratado de entender cómo es que Dios puede ser uno, y a la vez tres?
La Enciclopedia Católica describe la doctrina de la Trinidad como una «doctrina central de la religión cristiana». Con todo y esto, reconoce que «en la Biblia hasta el momento, no existe ningún termino el cual denote que las tres divinas personas son una».
«El Nuevo Testamento no contiene doctrina trinitaria explicita. … Muchos teólogos y apologistas cristianos parecen creerla [como] una inferencia deductiva».
La enciclopedia explica que este, uno de los dogmas más importantes de la corriente principal del cristianismo—catolicismo romano, al igual que los ortodoxos y protestantes—es un misterio, «una verdad que simplemente somos incapaces de descubrir a parte de la Revelación Divina, pero que, aun cuando revelada, “permanece oculta por el velo de la fe y e nvuelta por así decirlo, con una clase de oscuridad”».
Otra fuente, la Stanford Encyclopedia of Philosophy (SEP) [Enciclopedia de Filosofía Standford], clarifica la justificación de la iglesia en mantener de buen agrado este dogma no-bíblico: «Algunos apologistas católicos han argumentado que esta doctrina muestra la necesidad de la autoridad magisterial de la Iglesia, esta doctrina es constitutiva del cristianismo, pero no procede de la Biblia, aparte de la orientación de la Iglesia en su interpretación». Es decir, la iglesia dice que tiene la autoridad para reemplazar las Escrituras cuando esta considera que ha llegado a una comprensión más completa que pueda obtener de la Palabra de Dios.
«Otros cristianos admiten que su doctrina preferida de la Trinidad no sólo (1) no se puede deducir de la Biblia sola, sino también (2) que hay insuficiente o ninguna evidencia allí, e incluso (3) que lo que la Biblia enseña es incompatible con la doctrina».
La pregunta que surge es que, si el concepto de un Dios tres-en-uno no se encuentra en las páginas de la Biblia, ¿de dónde salió entonces? ¿Cómo fue que la iglesia de Roma vino a nombrarla doctrina central del cristianismo e incorporarla en sus creencias más fundamentales? Volúmenes sin fin se han escrito sobre el tema —ya sea hacer la crónica sobre la historia de esta idea, debatir los fundamentos teológicos y filosóficos del dogma, o simplemente tratar de entenderla y explicarla; por lo tanto un solo artículo no puede esperar cubrir todos los aspectos de lo que es, en efecto, una historia larga y continua. Aunque tal vez, incluso una breve descripción sería suficiente para exponer algunas cuestiones críticas.
RASTREANDO UNA IDEA
El dogma de la Trinidad puede resumirse a partir del Credo Atanasio en el siglo V o VI (el cual es considerado una autoridad no sólo dentro del catolicismo romano, sino también en algunas ramas del protestantismo): «La persona del Padre es una persona distinta, la persona del Hijo es otra, y la del Espíritu Santo otra. … El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Sin embargo, no son tres dioses, no hay sino un solo Dios».
El pensamiento trinitario, por supuesto, se remonta más allá de esto. De acuerdo con la Enciclopedia Católica, «la palabra trías (de donde se traduce trinitas al latín) descubierta por vez primera con Teófilo de Antioquia cerca del año 180 d.C.» Algunas fuentes apuntan hacia Tertuliano (circa 160-225), llamado «el padre del cristianismo latino», al ser el primero en utilizar la palabra trinitas en conexión con Dios. Su contemporáneo, Orígenes, de igual manera consideraba a Dios como una trinidad e influenció grandemente a otros con este tema. Aunque no existía de forma alguna consenso entre aquellos que se llamaban a sí mismos cristianos. De hecho, los cismas y sectas se multiplicaron, cada uno habiendo desarrollado sus propios puntos de vista únicos.
Un siglo después de Tertuliano, el Emperador Constantino llevo a cabo el Concilio de Nicea (325 E.C.). De manera oficial más de 300 obispos abordaron a cerca de la naturaleza de Dios, produciendo así el credo niceno durante el curso del procedimiento. Sin embargo, el credo no trató directamente con la cuestión sobre la Trinidad, en este se incluyó una mención breve del Espíritu Santo, en su lugar de enfatizando—en contradicción con la enseñanza de la prominente secta arriana—que Jesús, como el Hijo de Dios, no solo era Dios sino que se equiparaba con el Padre.
Con el consejo habiendo dejado el tema del Espíritu Santo, prácticamente sin tocar, las discusiones sobre la naturaleza de la Deidad persistieron. Los padres de la iglesia del siglo cuarto, tales como Atanasio de Alejandría (llamado «el padre de la ortodoxia»), Ambrosio y otros entraron al debate, cada uno argumentando persuasivamente por nuevas mejoras en lo que se convertiría en el punto de vista ortodoxo de Dios. Solo que llegar a un acuerdo sobre los detalles no fue fácil. Levi Leonard Paine historiador de la iglesia, en su Una Historia Critica de la Evolución del Trinitarismo, advierte que «la teología Nicena fue un producto de tres siglos de controversia y crecimiento». Sin embargo, observa, «más tarde en su historia esta evolución, sufrió una gran fractura. Una época radicalmente nueva dentro del desarrollo del dogma trinitario fue iniciado por el norafricano Agustín… [Quién] tenía una singular influencia sobre todo el curso de la teología occidental».
En cuanto a la naturaleza de la influencia de Agustín, la SEP dice: «A la larga, uno de los acontecimientos decisivos en la tradición filosófica occidental fue la amplia fusión de la tradición filosófica griega, las tradiciones religiosas, así como las escrituras judeo-cristianas. Agustín [354–430] fue una de las principales figuras a través y por quién se logró esta fusión».
Historiadores de la Iglesia coinciden en que este sincretismo de tradiciones religiosas y filosóficas tuvo un profundo efecto sobre la ortodoxia aún en desarrollo dentro del cristianismo, incluyendo su dogma trinitario. Pero como es a menudo el caso, separar los distintos temas que componen el tejido de las creencias cristianas —en este caso, creer en la Trinidad—es tarea difícil. Evidentemente el dogma cristiano de la Trinidad no fue absorbido directamente de la filosofía griega. Entonces, ¿dónde está la conexión?
DIOS Y LOS FILOSOFOS
Comenzando con Pitágoras en el siglo VI a.C., Platón y Aristóteles en el IV, a Plotino, Porfirio y Jámblico en el III y IV siglos de la era actual, los filósofos griegos trataron de entender el concepto y la naturaleza del «ser» (ontología). Al darse cuenta de que no todo puede ser explicado en términos de lo físico o de lo materia, Aristóteles se adentró en lo que había más allá de lo físico. «Metafísica, u ontología alternativa», explica la SEP, «es la rama de la filosofía cuya preocupación especial es responder la pregunta “¿Qué hay?”» Esta «estudia las formas en que cualquier cosa que existe puede ser dicha o pensó en decirse».
Al igual que las tradiciones paganas de otras civilizaciones antiguas, varias escuelas filosóficas griegas entendían a los dioses en términos de tríos sagrados o tríadas —grupos de tres, o tres facetas de ser o existir. Una de estas escuelas, neoplatónica, puede describirse como una religión pagana monoteísta que comenzó a tomar forma en el siglo III en tales filósofos como Plotino y Porfirio. En su perspectiva tríadica de dios, este podía ser esbozado como el Uno, la Mente o Intelecto, y el Alma. De acuerdo al filósofo británico Anthony Kenny, «La teología de Plotino se continuó enseñando, con modificaciones, hasta que la filosofía pagana occidental [i.e., helenista] llego a su fin con el cierre de la escuela de Atenas. Sin embargo su influencia continuó viva, sin ser reconocida, a través de las ideas que fueron absorbidas y transmitidas por sus primeros lectores cristianos. El más importante de estos fue Agustín, quien lo leyó cuando joven en la traducción de [Filosofo neoplatónico] Mario Victorino. La lectura lo puso en curso, lo cual le llevo a su conversión al cristianismo, y sus Confesiones y De Trinitate contiene ecos de Plotino en varias páginas» (Una Nueva Historia de la Filosofía Occidental).
«Orígenesfue entrenado en filosofía platónica y fue bien influenciado por esta.… Este desarrolló también una doctrina sobre la Trinidad la cuales muy similar, tanto en concepción como en vocabulario, a la teoría de sucontemporáneo más joven, Plotino».
Ochocientos años más tarde, los escritos de Agustín y otros padres de la iglesia llegaron a manos de Tomás de Aquino. Para ese entonces, el concepto de la Trinidad estaba bien establecido en las iglesias cristianas, aunque aún no uniforme en todos sus detalles. Europa se encontraba en la cúspide del Renacimiento, un periodo cuando las ideas griegas clásicas disfrutaban de un renacimiento, y Tomás de Aquino fue un ávido partidario del acercamiento clásico griego al conocimiento y la filosofía de Aristóteles, en particular. Fue así él, de acuerdo con la Enciclopedia Católica, de quien la doctrina de la Trinidad (en el cristianismo occidental) «recibió su forma definitiva y clásica». Estos dos hechos no son ajenos. Según las palabras del filósofo y teólogo Marian Hillar, «todo el discurso de Tomás de Aquino tiene que ver con el significado de las palabras que se encuentra en la Escritura sacadas de su contexto cultural hebreo y leídas literalmente como la descripción de la realidad divina en el sentido del medioplatonismo y la metafísica neoplatónica. Su enfoque discursivo es exactamente el mismo que el de los filósofos helenistas en su metafísica» (From Logos to Trinity: The Evolution of Religious Beliefs from Pythagoras to Tertullian, [Del Logos a la Trinidad: Evolución de las Creencias Religiosas desde Pitágoras a Tertuliano], 2012).
Fue la terminología metafísica y el enfoque en los enigmas del «ser» y la «existencia» que Tomás de Aquino y los padres de la iglesia adoptaron y adaptaron —términos traducidos al español como substancia, esencia, forma, materia, naturaleza, persona, alma y así por el estilo. Debido a que el mundo en el que los primeros padres crecieron estaba inmerso en la influencia helenística, era todo lo que sabían. Fue ahí pues en donde se equivocaron. Ellos, junto con los teólogos medievales que les precedieron, trataron de llegar a un entendimiento de Dios dentro de un marco construido por los filósofos griegos, utilizando sus herramientas filosóficas. Tomaron las Escrituras y las insertaron en ese marco y, como es lógico, llegaron a algunas respuestas nada bíblicas a sus preguntas acerca de Dios.
A LA BIBLIA DE NUEVO
¿Qué dicen (o no dicen) claramente las Escrituras sobre la Trinidad? Tratando de establecer bases bíblicas sobre este dogma, con frecuencia las iglesias enfocan en tres pasajes. El primero y al parecer el más fuerte es I Juan 5:7-8: «Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan». Sin embargo de manera universal los académicos reconocen, que toda la parte media de este pasaje (desde «en el cielo» hasta «en la tierra») es espurio, habiéndose agregado al texto griego muy posiblemente en el siglo XIV.
El segundo pasaje se encuentra en Mateo 28:19: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo». Aunque este verso puede parecer que proporciona una base para el pensamiento trinitario, académicos de la Biblia más contundentes coinciden en que ese no es su propósito. Este versículo parece haber sido utilizado por primera vez como un texto de prueba o justificación de la doctrina en el año 381 EC—más de tres siglos después de escrito el Evangelio. ¿Entonces, que quiso decir Jesús?
El primer capítulo del Evangelio de Marcos registra el bautismo de Jesús. El Padre habló desde los cielos, y el Espíritu Santo (en forma de paloma) descendió sobre Jesús bautizado (Marcos 1:9–11; Mateo registra el evento en términos similares en el capítulo 3:16-17). La Iglesia primitiva entendía que el resultado del bautismo era recibir el Espíritu Santo (véase Hechos 1:5, 2:38, 8:14–17, 19:5–6, etc.). John Nolland un académico anglicano, escribe que el Evangelio de Mateo «ha sido acerca de la acción del Padre mediante el Hijo y a través del Espíritu Santo. Y a eso es lo que los bautizados se han unido» (The New International Greek Testament Commentary: The Gospel of Matthew [Nuevo Comentario Internacional del Testamento Griego: El Evangelio de Mateo]).El bautismo marca el comienzo de una relación personal con el Padre y el Hijo por medio del Espíritu Santo—el poder de Dios. Este versículo, de ninguna manera aprueba nada sobre la naturaleza o constitución de Dios.
Una tercera escritura que se usa con frecuencia para justificar el dogma de la Trinidad es II Corintios 13:14: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros». Es curioso que, si esto es de hecho fuera una declaración trinitaria, Pablo nombraría al Hijo delante del Padre. Sin embargo, nuevamente, no hay indicación de que Pablo estuviera haciendo alguna declaración sobre la naturaleza de la Divinidad. De hecho, en las salutaciones no solamente en las epístolas de Pablo, sino también en aquellas escritas por compañeros líderes de la Iglesia, refiriéndose al Espíritu Santo está visiblemente ausente: «Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» (Romanos 1:7; véase también I Corintos 1:3; II Corintios 1:2; Gálatas 1:3, Santiago 1:1; II Pedro 1:2; II Juan 3, etc.). Si el Espíritu Santo fuera una tercera persona en la Divinidad, ¿no constituiría esto un grave descuido?
La realidad es que el Nuevo Testamento ofrece una abrumadora evidencia de que Jesucristo es Dios, así como el Padre es Dios (véase, por ejemplo, Juan 1:1–15; 20:27–29; Colosenses 2:9); por otro lado, del Espíritu Santo no se habla en esos términos. El Padre y la Palabra son Espíritu, y el Espíritu es un espíritu de poder, de amor, de templanza, de santidad y de verdad (II Timoteo 1:7; Romanos 1:4; Juan 14:17).
«Orígenes comienza su tratado Principios al establecer, en un estilo típico platónico, una triada divina jerárquica; solo que, en lugar de llamar a estos principios en típicos términos platónicos como: lo uno, la diada, y la anima mundi, este les llama “Padre”, “Cristo”, y “Espíritu Santo”, sin embargo, describe estos principios usando lenguaje platónico».
Con frecuencia las referencias al Espíritu Santo son confusas, sin embargo, debido a que muchos traductores (quienes apoyan el enfoque trinitario sobre Dios en el cristianismo tradicional) han optado por utilizar el pronombre el en versículos referentes al Espíritu. No obstante, en tanto que los nombres y pronombres para el Padre y el Hijo son invariablemente masculinos en el texto griego, las palabras en referencia al Espíritu generalmente son neutras (incluyendo el pronombre, que debería traducirse con más exactitud «ello»), además, en el Antiguo Testamento la palabra para «Espíritu» de hecho es femenina (por ejemplo, en Génesis 1:2). ¿Cómo puede hacerse referencia al Espíritu de tan desigual manera si es que es una tercera persona dentro de la Divinidad?
De hecho, la Biblia no se refiere directamente a la condición de persona del Espíritu, en tanto que habla claramente del Padre y del Hijo como seres personales distintos. (No obstante, esto no justifica el binitarismo, el cual también tiene su base en la metafísica). En el Evangelio de Juan, Cristo presenta al Espíritu como un ayudante y un consolador. Sin embargo, dicha personificación se encuentra en otras partes de las Escrituras también: Salomón usó el mismo recurso literario cuando representa a la sabiduría como una mujer (Proverbios 9:1–6); Pablo describió a ley como tutor (Gálatas 3:24–25); y Juan personificó a la Nueva Jerusalén como una novia (Apocalipsis 21:2).
LA FE UNA VEZ DADA
¿Qué podemos hacer con la ausencia de una base bíblica clara para el dogma de la Trinidad? ¿Posteriores líderes de la iglesia tuvieron la autoridad de adoptar esta nueva idea sobre la naturaleza de Dios, y designarla como «doctrina central de la iglesia cristiana»? Estas preguntas no son insignificantes a la luz de lo que los primeros discípulos enseñaron «esforzándose en perseverar en la fe, que fue una vez dada a los santos» (Judas 3).
A lo largo del cristianismo, desde los padres del II y III siglo, hasta los académicos de la Biblia hoy día, el dogma ha sido el sujeto de interminables debates filosóficos y reinterpretaciones. Sin embargo con cada intento de explicar «el misterio de la Trinidad», surgen objeciones de aquellos que lo ven diferente.
«Ya sea aritméticamente, ontológicamente, existencialmente, mitológicamente, o definida de forma esquemática, la tríada desafía la definición y la misma multiplicidad de sus manifestacioneses una señal de su incomprensión».
El apóstol Pablo promulgó una fuerte advertencia a los seguidores de Cristo quienes habían sido influenciados por los filósofos griegos en el siglo I: «Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo» (Colosenses 2:8, Reina-Valera Versión 1960). La Nueva Traducción Viviente lo pone de esta manera: «No permitan que nadie los atrape con filosofías huecas y disparates elocuentes, que nacen del pensamiento humano y de los poderes espirituales de este mundo y no de Cristo».
Si las Escrituras—admitido por los propios académicos—no describen a Dios como un Ser compuesto de tres personas, ¿deberíamos entonces basarnos en filosofías o ideas paganas antiguas para reinterpretarlo en esos términos? Es verdad que la naturaleza completa de Dios es un misterio para nosotros como humanos y probablemente lo será hasta el tiempo cuando Él se nos revele a si mismo completamente (I Juan 3:2). Pues tomar ideas prestadas de sistemas antiguos de creencias, que con frecuencia están en oposición al Dios de la Biblia, no hacen nada por esclarecer dicho misterio.