En el panteón del mundo grecorromano, un ser mitológico con forma de mujer representaba a una presencia siempre esquiva. Se le conocía como la diosa Veritas y se pensaba que vivía sola, escondida en el fondo de un pozo sagrado. Su nombre representaba todo lo que se entendía como verdad o verdadero. La búsqueda de la verdad no fue exclusiva del mundo romano, sino que ha demostrado ser difícil de alcanzar en todas las épocas.