¿Ángeles?
Jugar con el mundo de los espíritus es una fascinación popular, pero conlleva riesgos ocultos.
Hoy en día parece que a dondequiera que vamos estamos somos con imágenes de ángeles. Nos miran desde los edificios, se mueven a nuestro alrededor en las tiendas y nos miran fijamente desde las portadas de los libros, las pantallas de cine y los televisores.
Los seres angelicales han fascinado a la gente desde hace tiempo y han motivado la creatividad de muchos poetas, pintores y escritores con imágenes de vuelos y espiritualidad.
Pero ¿por qué interesarse cada vez más en algo que la mayoría de las personas percibe como un mito? ¿Son reales los ángeles o son sólo un producto de nuestra imaginación, regresiones a nuestras fantasías infantiles sobre guardianes alados, que se prestan a una fácil (y lucrativa) explotación?
LOS ÁNGELES EN EL ARTE
Una revisión a algunas interpretaciones de ángeles, pasadas y presentes, muestra la fascinación que la cultura occidental tiene por ellos.
En la época del Renacimiento, artistas como Sandro Botticelli pintaron ángeles en muchas de sus obras. Por ejemplo, La Anunciación de Botticelli muestra a un Gabriel afeminado y alado, con todo y aureola, un voluminoso traje y un ramito de azucenas, hincándose a los pies de la virgen María.
La Primavera, una de las obras seculares de Botticelli, representa una historia de amor y matrimonio inspirado en la mitología griega. Mientras los bailarines juegan entre las flores de un bosque y toman manzanas de los árboles, el cupido con apariencia de ángel, caracterizado como un bebé regordete y alado, se sostiene inmóvil encima de ellos mientras tensa su arco para flecharlos de amor.
Las películas modernas sobre ángeles incluyen creaciones como ¡Qué Bello es Vivir! (It’s a Wonderful Life) y Ángeles (Angels in the Outfield); no obstante, Hollywood no siempre representa a los ángeles con una imagen particularmente favorable. Tomemos como ejemplo la producción de Hollywood de 1996, Michael, tan solo un ángel (Michael), protagonizada por John Travolta. Como un fumador empedernido, bebedor, pasado de peso y desarreglado, Michael todavía luce las enormes alas de un ser celestial. Su desenfrenado estilo de vida y su extraordinaria habilidad para atraer a las mujeres transmite el mensaje de que «el amor» lo es todo. A los cinéfilos se les deja también llegar a la conclusión de que los ángeles pueden ser harapientos y torpes, más humanos que celestiales, atrapados entre un Creador severo y los seres humanos imperfectos y enamoradizos por quienes han dejado el cielo para venir a redimirlos.
Un Ángel enamorado (City of Angels), una película de 1998, pinta una imagen desalentadora de los seres que se sienten muy miserables y alejados de Dios, y que están desesperados por ser humanos. Seth, un acompañante en la muerte dominado por la angustia, se enamora de una mortal. Según el guión, los ángeles se sienten continuamente frustrados por su incapacidad para tener contacto con los humanos. «Prefiero tocar un segundo su cabello… antes que siglos de eternidad», suspira Seth mientras mira a la mujer de sus sueños llevando a cabo su trabajo como cirujana.
Alentado por una reunión casual con un viejo amigo, quien también es un ángel y ha «caído» (renunciando a su condición de inmortal) por una mortal, Seth aprovecha la oportunidad de terminar con su vida de miseria como un ser espiritual y saborear el placer sexual humano. Su éxtasis es efímero, debido a que el objeto de su deseo tiene un encuentro con su destino bajo los neumáticos de un camión que transportaba leña. El héroe que alguna vez fue angelical se queda en el limbo, aún en contacto con sus compañeros de gabardina negra, quienes se reúnen en grandes multitudes observándolo con tristeza mientras experimenta lo que los ángeles supuestamente codician más: la condición humana.
Ésta es la trama habitual de la mayoría de las representaciones de ángeles de la actualidad. A pesar de su papel como una especie de hada sofisticada para las personas, todos ellos se encuentran un tanto inconformes con su papel de servidores de Dios.
Por otro lado, la popular serie de televisión estadounidense El toque de un Ángel (Touched by an Angel) saca provecho del tema de la melancolía. El programa propone llenar un vacío provocado por la preocupación del derrumbamiento de los valores familiares, sin ser abiertamente confesional. «Dios es amor» es el mensaje principal, enfatizado por Tess, el severo jefe de un grupo de ángeles muertos enviados a difundir un mensaje más bien sensiblero de buena voluntad. Los ángeles cuidan a los enfermos y moribundos, ofreciendo a los familiares amargados e impíos un paño de lágrimas.
En uno de los episodios, un vaquero de Idaho está tratando de decidir si debe desconectar el respirador artificial de su esposa. Repentinamente, su consejero en cuestiones de crisis empieza a resplandecer. «Dan, soy un ángel, un verdadero ángel enviado por Dios para llevar a Ángela a casa», le dice. También la enfermera comienza a resplandecer a medida que se lleva al atormentado granjero de la habitación mientras murmura algunas palabras tranquilizadoras.
¿DESCONOCIDOS E INESCRUTABLES?
Avivados por una interminable fascinación humana, los artistas y los productores han sido inspirados para crear más y más de estas emotivas imágenes de ángeles. ¿Cuán precisos han sido los artistas en sus representaciones? ¿Es ésta siquiera una pregunta relevante, cuando muchos creen que los ángeles son meramente míticos?
Para millones alrededor del mundo no es irracional pensar en la existencia de un mundo espiritual.
La mayoría de las sociedades de la antigüedad asumieron que el mundo oculto de los ángeles sí existe. Nuestro mundo moderno y racional lo duda, creyendo que si algo no puede ser comprobado a través de los cinco sentidos o del método científico, debe permanecer en duda. Sin embargo, el éxito de las películas y los programas de televisión como aquéllos que se mencionaron antes es una prueba de que millones de personas alrededor del mundo no piensan que sea poco razonable creer en la existencia de un mundo de espíritual.
El concepto de ángeles está basado en la Biblia, pero ¿qué dice exactamente acerca de ellos?
La Biblia afirma que los seres espirituales sí existen. Hay más de 300 referencias sobre ángeles en las Sagradas Escrituras.
La palabra ángel, como se utiliza en la Biblia, es la traducción del hebreo malak y del griego aggelos o angelos. En ambos idiomas la palabra significa «mensajero». De hecho, ése es con frecuencia el papel de los ángeles descrito en las Sagradas Escrituras. El ángel Gabriel fue enviado a María para decirle que daría a luz a Jesús (Lucas 1:26-32). Este mismo ángel fue enviado a ayudar al profeta Daniel a entender una visión que había tenido (Daniel 8:16). Asimismo, cuando Jesús nació, un ángel fue enviado a un grupo de pastores cerca de Belén para anunciar Su nacimiento (Lucas 2:8-11).
Sin embargo, los ángeles también tienen otras funciones. El libro del Apocalipsis nos informa que los ángeles jugarán un papel decisivo en la preparación de la tierra para la venida de Cristo, y que algunos ángeles sirven ante el trono de Dios, ofreciéndole alabanza (Apocalipsis 4:6-8).
Otro propósito de los ángeles es el de ayudar y cuidar de los humanos (Hebreos 1:13-14). Se aparecieron a los profetas del Viejo Testamento y a los apóstoles del Nuevo Testamento, fortaleciéndolos, protegiéndolos e inclusive liberándolos de la prisión.
Es este papel que desempeñan los ángeles el que despierta al máximo la imaginación humana. El pensamiento de un encuentro misterioso con un ente no limitado por las leyes físicas, que aparece y desaparece hasta alterar profundamente la vida de uno, puede causar escalofríos hasta a los más insensibles.
Durante los últimos años han proliferado los libros, las revistas y los sitios de Internet que están llenos de historias de encuentros con ángeles, lo cual indica que para algunos esta fascinación se ha convertido en una obsesión. Estas mismas fuentes alientan a sus lectores a comunicarse con ángeles y además ofrecen consejos sobre cómo hacerlo.
Los sitios de Internet pueden invitar a los visitantes a unirse a foros de discusión sobre ángeles o a enviar un «angelgrama» [un ángel enviado por Internet a manera de tarjeta electrónica]. El creador de uno de estos sitios lo llama un «viaje juntos hacia un cielo que toca el corazón, reconforta el alma e ilumina su espíritu». De acuerdo con más de un sitio, ahí un visitante puede realmente sentir la presencia de los ángeles. Estos sitios pueden ofrecer boletines informativos sobre los ángeles, arte y joyería que los represente o carillones de viento, cajas musicales, camisetas y artículos de escritorio que muestren a los ángeles. Puede encontrar ángeles de chocolate e inclusive ángeles de perros o gatos. Existen sitios en donde los visitantes pueden compartir sus experiencias o visiones de ángeles o solicitar la interpretación de sus sueños sobre ángeles. Incluso hay una página que supuestamente puede decirnos qué ángel guardián se nos ha asignado a partir de la fecha de nacimiento.
Por supuesto, nadie se pierde la oportunidad de obtener una ganancia ni siquiera entre quienes están obsesionados con lo espiritual. Como se podrán imaginar, cada uno de estos productos y servicios viene acompañado con una etiqueta de precio.
ÁNGELES CAIDOS
Pero, como la mayoría de las obsesiones, aquélla que tiene qué ver con los ángeles tampoco es saludable. A pesar de que un número cada vez mayor de personas están interesadas en establecer contacto con el mundo angelical, la Biblia registra muy pocos ejemplos en donde los seres humanos y los ángeles hayan interactuado. La mayoría de las personas que se han encontrado con ángeles a través de los tiempos probablemente no han estado conscientes del hecho, asumiendo en vez de eso que estaban haciendo contacto con otros seres humanos. El libro de Hebreos señala que «algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles» (Hebreos 13:2).
La mayoría de personas que a través del tiempo interactuaron con ángeles no se dieron cuenta de ello, asumiendo en su lugar que estaban tratando con otros seres humanos.
El hecho de que con frecuencia los ángeles interactúan de manera anónima con los seres humanos es la clave para entender que la actual fascinación que se tiene por ellos es equivocada.
No es ningún secreto que las Sagradas Escrituras también reconocen un lado oscuro en el mundo de los espíritus, el cual está encabezado por Satanás o el diablo. Éste una vez fue un ángel muy poderoso llamado Lucifer (heylel en hebreo), «la estrella de la mañana», quien se reveló contra Dios y convenció a una tercera parte del reino angelical de aliarse con él. Sabemos que estos seres son demonios y la Biblia se refiere a ellos en más de 120 ocasiones.
Un incidente registrado en el Evangelio según San Lucas nos sirve para ejemplificar el poder de los demonios. En el relato, Jesús se encontró a un hombre poseído desde hacía mucho tiempo no sólo por un demonio, sino por varios. El hombre estaba totalmente fuera de control y vivía desnudo en las cuevas arriba del Mar de Galilea. La gente había intentado atarlo con cadenas, pero los demonios le daban la fuerza para romperlas y retirarse al desierto. Sin embargo, cuando Jesús echó fuera los demonios, el hombre una vez más estaba «en su cabal juicio» (Lucas 8:26-35).
A partir de los incidentes registrados como el anterior, resulta evidente que estos seres espirituales pueden tomar el control de una mente humana y que las consecuencias pueden ser devastadoras.
MITO MALINFORMADO
No cabe duda de que el interés que se ha despertado por los ángeles ha sido alimentado por el surgimiento de la Nueva Era y las religiones ocultas, las cuales intentan combinar los elementos del cristianismo con diferentes y antiguas religiones paganas y de culto. Los ángeles también forman parte de la astrología y se invocan en canalizaciones, meditaciones, rituales mágicos y brujería.
Inclusive los cristianos tradicionales cada vez están más enfocados y prestan más atención a los ángeles, y los estudian con la intención de aumentar su interacción con ellos. Muchos admiten tratar de comunicarse con ellos.
No obstante, en ninguna parte de la Biblia se alienta a las personas a buscar el contacto con estos seres del mundo de los espíritus. De hecho, los ángeles que se aparecieron a hombres y mujeres en la Biblia rápidamente lograron alejar la atención de ellos y redirigirla hacia Dios y Jesucristo. Son principalmente lo que su nombre sugiere: mensajeros; no son el centro de veneración o atención.
En las Sagradas Escrituras no encontramos ejemplos de ángeles que, por iniciativa propia, buscaran interactuar con los seres humanos.
Por consiguiente, en las Sagradas Escrituras no encontramos ejemplos de ángeles que, por iniciativa propia, buscaran interactuar con los seres humanos. Tampoco hay ningún ejemplo de verdaderos ángeles de Dios que respondan a los intentos humanos de comunicarse con ellos. Por otro lado, los malévolos seres llamados demonios podrían aceptar muy bien la invitación. El apóstol Pablo escribió que algunas veces Satanás se disfraza como «ángel de luz» en un intento por engañar a la gente (2 Corintios 1:14). De acuerdo con la Biblia, el mundo de los espíritus es un reino cuyo poder la gente no debería subestimar ni tomar a la ligera.
Ahí también yace el problema de la fascinación humana por los seres espirituales que va en continuo aumento. A pesar de que las personas por lo general intentan establecer contacto con ángeles «buenos», podrían, de hecho, estar llamando a los demonios. Aunque la Biblia nos asegura que los demonios tienen un poder limitado y que la mayoría de las personas nunca estará consciente de su actividad, existe un peligro real para quienes buscan interactuar con el reino de los espíritus.
Hollywood, como los artistas a través del tiempo, ha creado películas e imágenes de ángeles que están basados en ideas y mitos de la imaginación humana más que en las Escrituras, cuyo objetivo principal es entretener, adentrándose a mundos desconocidos. Esto a primera vista pudiera parecer inofensivo y para la mayoría bien podría serlo; no obstante, quienes se ven inspirados a adentrarse aún más en el mundo de los ángeles, los demonios y lo oculto, podrían encontrarse en medio de un juego peligroso.