Dante Alighieri y La Divina Comedia
Dentro de la tradición cristiana, tal vez ninguna obra escrita ha tenido tanta influencia en la creencia de que los seres humanos poseen un alma inmortal que el monumental poema de Dante.
La Divina Comedia es una obra literaria de una escala verdaderamente épica. Se establece como uno de los textos centrales dentro de la literatura occidental y es posiblemente el poema más grande de la Edad Media. Su autor, Dante Alighieri, nació en Florencia aproximadamente en 1265; en términos actuales podríamos caracterizarlo como escritor, teólogo y activista.
Un retrato imaginario del mundo sobrehumano, elaborado a partir de una desconcertante variedad de textos, la comedia también fue escrita como una alegoría de los tiempos de Dante. El texto pulula con personajes tanto históricos como místicos, desde Eneas a Bruto, Tomás de Aquino, el Rey David de Israel, al igual que numerosas figuras de la época de Dante.
Escrita en versos vividos y precisos, la Comedia está marcada por su sentido del orden. Sus 100 cantos se encuentran divididos en tres secciones (Infierno, Purgatorio, Paraíso) e incluye más de 14,000 versos ordenadamente divididos en series de tercetos, o tres conjuntos de versos. Cada sección está dividida en rigurosas subdivisiones: nueve círculos del infierno, siete terrazas del purgatorio, así como nueve círculos del cielo, cada uno poblado por con gente caracterizada por una falta específica, o virtud. Por ejemplo, el guía de Dante en la primera etapa del poema es el poeta romano Virgilio, el cual pertenece al primer círculo del infierno (limbo), reservado para los niños sin bautizar y aquellos que vivieron antes de la era cristiana.
La visión de Dante estaba moldeada por el concepto contemporáneo sobre la tierra, Aunque no plana, este pensaba que la mayor parte de la tierra se concentraba en el hemisferio norte, estando el sur cubierto por agua. El Infierno comienza cerca de la superficie en el norte y desciende y de ahí desciende a su centro (donde reside Lucifer); El Purgatorio se asienta sobre el hemisferio sur, diametralmente opuesto a Jerusalén, en tanto que el Paraíso se encuentra arriba e incluye a todos los planetas, los cuales (de acuerdo con la astronomía de la época) giran alrededor de la tierra.
El narrador—es de suponer que el mismo Dante—explora los tres espacios, encabezados por varios guías, en una clase de cumplimiento espiritual. En cierto sentido, el poema es una novela de carácter basada en el desarrollo personal del carácter principal. Sin embargo, también es un juicio de la política y la teología de su época.
«La fuerza del sagrado poema por divulgar la teología y filosofía católica, y hacerlo aceptable, o por lo menos inteligible a los no católicos es en la actualidad casi incalculable».
El poema de Dante está situado sobre los días de la Pascua en el año 1300, aunque fue escrito en las dos décadas siguientes y terminó poco antes de la muerte del escritor en 1321. Esto le permitió al autor presentar eventos históricos—es decir, aquellos que ocurrieron entre 1300 y 1321—como profecía. Sus desacuerdos con la iglesia (fue exiliado bajo aparentes cargos falsificados en 1301) y en especial con el papa en función, Bonifacio VIII, lo conmovió a emitir el poema como algo más que una alegoría teológica. Fue también una advertencia a sus contemporáneos. La asignación de personajes vivientes en cada sección fue un enjuiciamiento y una condenación, tanto de la historia como de los personajes que conocía. Como lo dice el estudioso David H. Higgins en su introducción en la edición de Oxford World’s Classics (Clásicos Universales del Oxford) sobre el poema, «Discutiblemente, Dante estaba escribiendo un evangelio para convertir a los de su recalcitrante era».
Cuando Dante dio inicio a la Comedia, lo hizo dentro de un contexto histórico de mil años sobre una narrativa concerniente a la inmortalidad. Su elección de Virgilio como guía del infierno y el purgatorio reverbera con esa tradición. En la Eneida, Virgilio había descrito el descenso del héroe épico Eneas al inframundo. Al comenzar su propio descenso en el Viernes Santo, Dante creó una mezcla sincrética de las tradiciones cristianas con el modelo de héroes épicos paganos que viajaron al inframundo. Presentó a Virgilio como alguien que ya conocía el camino, o como alguien que estaba en condiciones de dirigir al nuevo iniciado en este ciclo de muerte simbólica y de renacimiento espiritual.
Dentro del contexto de la visión del mundo de Dante, el renacimiento que buscaba no era simplemente al individuo, pero sin dudad era universal. Así como Virgilio fue el poeta que habló de cómo el imperio romano llegó a la supremacía a partir de las ruinas de Troya, de igual manera Dante deseaba la expansión del santo imperio romano. Con esto en mente, en torno a 1315 escribió De la Monarquía.
La Comedia demuestra la gran influencia de la filosofía griega. Dante no leía griego, parece que su base filosófica provenía de escuelas religiosas fundadas por dominicanos o monjes franciscanos. Los estudiosos sugieren que los dominicanos pudieron haberle inculcado a su alumno la metodología de la magna obra de Tomás de Aquino, Suma Teológica. De igual manera pudieron haberlo conectado con los escritos de Aristóteles y los Padres de la iglesia. La lógica de Aristóteles que había estado de moda durante siglos, volvió a ganar popularidad en las décadas que precedieron al nacimiento de Dante, dando lugar al racionalismo cristiano. Por lo tanto, a pesar de que la Biblia es, con mucho, la fuente más dominante en la Comedia, en las manos de Dante la Escritura se convirtió en materia poética, reformada a través de un sistema moral aristotélico.
En cuanto a la idea del alma humana, por ejemplo, Dante «sigue la tradición occidental dominante», es decir, «que cada alma humana es creada por Dios, destinada a la unión con un cuerpo humano en particular, e infundida por Dios en el embrión antes de nacimiento» (The Cambridge Companion to Dante). Esta tradición occidental le debe mucho no sólo a las ideas de Aristóteles, sino al concepto del alma eterna de su maestro Platón, negando sólo su preexistencia. Sin embargo, Dante no era un dualista, en el sentido cartesiano o neoplatónico. Según un estudioso de Dante, Robin Kirkpatrick, «su propia concepción sobre el alma humana, niega que lo pudiese haber sido. Para Dante—al igual que para Aristóteles—el alma, o anima (en italiano), ni es ni más, ni menos que la forma animada del cuerpo».
El vehemente criticismo de Dante a la corrupción en la iglesia católica romana, así como su condenación a la mayoría de los papas de la época al infierno ha levantado preguntas sobre su ortodoxia católica. Durante el siglo 14, hubo intentos de encontrar herejía dentro de la Divina Comedia, y De la Monarquía, las cuales fueron quemadas en Bolonia por orden papal. Sin embargo, The Cambridge Companion to Dante observa, a pesar de algunos rechazos iniciales, «la profusión de manuscritos ilustrados y comentarios que comenzaron a aparecer casi inmediatamente de haberse terminado, sugiere hasta qué punto la Comedia fue tratada como Escritura al comienzo». Por el siglo 16 le fue agregada la palabra divina a lo que Dante originalmente le había llamado simplemente una «comedia»—una historia con final feliz.
La Enciclopedia Católica alega que en cuanto a Dante «su posición teológica como católico ortodoxo ha sido amplia y repetidamente vindicada».
A través de los siglos desde que fue escrito, el simbolismo generado por la fértil imaginación de Dante ha sido absorbido en diversos grados por los cristianos profesantes en todas partes. Sin embargo, en vista de ello, parece extraño que el concepto pseudofilosófico pagano de la inmortalidad del alma, el cual es ajeno a los fundamentos hebreos de la Biblia, deba ser tan ampliamente aceptado.