La Biblia y la salud mental
Sabiduría Atemporal y Bienestar Moderno
A primera vista, puede parecer que la Biblia tiene poco que decir sobre la salud mental en el siglo XXI, pero podría sorprenderse de la cantidad de conexiones que pueden hacerse entre la sabiduría bíblica y la investigación moderna sobre salud mental.
Aunque el término salud mental no aparece explícitamente en las Escrituras, la Biblia ofrece profundos conocimientos sobre el bienestar emocional, psicológico y espiritual. Sus páginas contienen principios atemporales de los que a menudo se hace eco en la concepción moderna de la salud mental.
Subyacente a estos principios está la visión fundamental que las Escrituras presentan de los seres humanos como seres integrados —con cuerpo, mente y espíritu trabajando en armonía. El apóstol Pablo escribió a la iglesia de Tesalónica: «Y el mismo Dios de paz los santifique por completo; que todo su ser —tanto espíritu, como alma y cuerpo— sea guardado sin mancha en la venida de nuestro Señor Jesucristo.» (1 Tesalonicenses 5:23 RVA-2015). Esta perspectiva es paralela a los enfoques contemporáneos de la salud mental que consideran a los seres humanos de forma holística, integrando factores biológicos, psicológicos y sociales en el desarrollo y la salud humanos.

Apego y seguridad emocional
Nos encontramos en nuestro mejor momento cuando el cuerpo, la mente y el espíritu trabajan en armonía; también prosperamos cuando estamos en armonía con los demás. Tanto la Biblia como la psicología moderna señalan las relaciones seguras como la base de una buena salud mental. Cuando le pidieron a Jesús que nombrara el mandamiento más importante, respondió: «Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.» (Mateo 22:37-40 RVA-2015). Esta descripción de las relaciones seguras (tanto con Dios como con los demás) como cruciales para el bienestar, anticipa muchas ideas de la psicología moderna. La teoría del apego, por ejemplo, señala la importancia de que los padres satisfagan la necesidad de sus hijos de una fuente fiable de cuidado y fortaleza.
La Biblia describe a Dios como este tipo de base segura —«un padre para los huérfanos», como escribió David en una afirmación que precede en milenios a la teoría moderna del apego (Salmos 68:5, Nueva Versión Internacional). Las Escrituras describen el modelo de Dios de disponibilidad constante, consuelo en la angustia y amor fiel, el cual refleja lo que los investigadores han identificado como crucial para un desarrollo emocional sano. La metáfora de Dios como «refugio y fortaleza» (Salmo 46:1 RVA-2015) es un modelo de apego seguro que promueve la resiliencia emocional y psicológica.
En la misma línea, las Escrituras enfatizan repetidamente la importancia de las relaciones tempranas en el seno familiar, sobre todo en la dinámica padres-hijos. «Instruye al niño en su camino» (Proverbios 22:6 RVA-2015) sugiere algo más que una simple instrucción moral; implica la creación de una base emocional segura. Los niños aprenden mejor de aquellos en quienes confían, y la confianza se construye en un entorno de seguridad constante, o «refugio y fortaleza», como dice el salmo de David. El énfasis bíblico en el cuidado constante y afectuoso armoniza con las investigaciones que demuestran que los vínculos tempranos seguros fomentan una mayor regulación emocional, una mayor tolerancia al estrés, mejores habilidades para relacionarse, una mayor resistencia al trauma y, como resultado, una menor vulnerabilidad a la ansiedad y la depresión.

Cuando luchamos
Por desgracia, no siempre tenemos la combinación ideal de naturaleza y educación para disfrutar de una capacidad de recuperación óptima. En el caso de nuestra salud física, lo que se necesita para mantener el bienestar es diferente de lo que se necesita para recuperarse de una enfermedad. Numerosos consejos nos dicen cómo mantener la salud física mediante diversas estrategias: dieta, ejercicio, sueño, etcétera. Pero, ¿qué ocurre si nos encontramos con una pierna rota, un problema cardíaco o un cáncer? En estas situaciones, el mantenimiento no es suficiente, y la Biblia no desdeña lo que pueden hacer los médicos cuando los necesitamos. Lucas es llamado «el médico amado» (Colosenses 4:14 RVA-2015), y Jesús utilizó una interesante analogía para explicar por qué pasaba tanto tiempo con los pecadores: «Los sanos no tienen necesidad de médico sino los que están enfermos.» (Lucas 5:31 RVA-2015).
La misma distinción entre mantener el bienestar y recuperarse de una enfermedad se aplica a nuestra salud mental. Para quienes no han vivido esa distinción, superar los problemas de salud mental puede parecer sencillo.
Es tentador leer las Escrituras de forma aislada, pero esto conduce a una comprensión superficial. Sólo leyendo la Biblia en todo su contexto podemos apreciar plenamente su profundidad y la complejidad de la experiencia humana que retrata. Por ejemplo, al abordar la ansiedad, algunos podrían ofrecer este versículo como una solución fácil: «No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.» (Filipenses 4:6, NVI). Pero el versículo no habla de niveles clínicos de ansiedad; simplemente nos recuerda que debemos llevar nuestras preocupaciones diarias a Dios. Si no reconocemos las muchas otras escrituras que pueden contribuir a nuestra comprensión de la ansiedad humana, podemos minimizar la angustia real que experimentan las personas. La ansiedad es una realidad para muchos, y las instrucciones bíblicas relacionadas con ella coinciden con estrategias prácticas de afrontamiento como la gratitud, la oración y el apoyo comunitario. No son sólo buenas prácticas diarias de prevención, como comer bien, hacer ejercicio y dormir, sino que también están en consonancia con técnicas terapéuticas modernas como la atención plena y el cambio de patrones de pensamiento poco útiles.
Por supuesto, no todas las experiencias de ansiedad son iguales. No ayudamos a alguien que lucha contra un miedo y una angustia abrumadores aconsejándole: «No te pongas ansioso». En lugar de eso, podemos buscar en las Escrituras ejemplos que cubran el rico tapiz de las experiencias emocionales humanas. En el proceso podemos ganar respeto por aquellos que experimentan los niveles más profundos y oscuros de angustia emocional, y podemos desarrollar una mejor comprensión de su sufrimiento y su necesidad de apoyo.
La Biblia no rehúye describir la depresión profunda y la lucha emocional. Los salmos del rey David expresan este tipo de sentimientos abierta y repetidamente, y la frecuente pregunta «¿Hasta cuándo?» sugiere que a él no siempre se le daba una respuesta inmediata. Por ejemplo, en el Salmo 55:4-5, David está describiendo claramente algo más intenso que el tipo de ansiedad relacionada con las preocupaciones e inquietudes cotidianas: «Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invaden los terrores de la muerte. El temor y el temblor me dominan, el pánico se apodera de mí.» (NVI). Y en otro salmo: «Muy angustiada está mi alma; ¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo?» (Salmo 6:3, NVI).
Job también habla libremente de su sufrimiento y de su confusión emocional.
«¿Por qué no perecí al momento de nacer? . . . Lo que más temía me sobrevino; lo que más me asustaba me sucedió. . . ¡Cómo quisiera que mi angustia se pesara y se pusiera en la balanza, junto con mi desgracia! ¡De seguro pesarían más que la arena de los mares!»
Estos relatos muestran que el dolor emocional puede no ser el resultado de deficiencias espirituales. Y Jesús, quien no tenía pecados, experimentó un rico espectro de emociones, incluyendo angustia y ansiedad profundas —y, en última instancia, el peor nivel posible de abandono.
Para muchos que luchan contra el dolor emocional, las estrategias de mantenimiento preventivo no son suficientes, y es muy posible que se beneficien de la ayuda de un «médico» en forma de profesional de la salud mental. Merece la pena señalar que cuando Jesús sanaba a la gente, a menudo les pedía que realizaran algún tipo de acción. Podríamos llegar a comprender mejor si hacemos algo concreto al mismo tiempo que depositamos nuestra fe en Dios, mostrándole que estamos dispuestos a poner de nuestra parte en nuestro proceso de crecimiento personal.

El papel de la comunidad
Para los familiares y amigos de personas que sufren trastornos mentales y traumas, los ejemplos bíblicos subrayan el poder terapéutico de las relaciones de apoyo; también ilustran el poder destructivo de las relaciones tóxicas. La narrativa bíblica muestra sistemáticamente que la curación se produce en el contexto de las relaciones con la comunidad y con Dios. Esto concuerda con la investigación sobre el trauma, que muestra que las relaciones interpersonales sólidas pueden atenuar el impacto del trauma y ayudar a las personas a comenzar a procesar las experiencias difíciles, restaurar su sentido de seguridad y confianza, y facilitar el crecimiento postraumático.
La historia de Rut y Noemí es sólo una de las muchas ilustraciones bíblicas positivas de cómo los vínculos fuertes pueden fomentar la resiliencia en tiempos de profundas pérdidas y desplazamientos. Su compromiso mutuo, el cuidado y el apoyo que se brindaban la una a la otra acabaron, en última instancia, por sanar emocionalmente a ambas mujeres.
La instrucción de «Sobrellevar los unos las cargas de los otros» (Gálatas 6:2 RVA-2015) refleja el énfasis bíblico en el apoyo comunitario. El modelo de la Iglesia primitiva de recursos compartidos y atención mutua es coherente con este concepto. La investigación en salud mental adopta y apoya plenamente este importante principio.
Incluso el concepto bíblico de descansar el Sabbath reconoce la importancia de las relaciones con Dios y con la comunidad, en este caso la comunidad de la Iglesia. Es un reconocimiento de las limitaciones humanas y de la necesidad de renovación periódica. El descanso y la renovación se logran consolidando una relación segura con Dios, para llegar a conocerle y llegar a ser como Él. La Biblia está repleta de escrituras que describen cómo trabajar hacia el cambio y el crecimiento personales—una transformación de la mente que propone «vístanse del nuevo hombre [o “yo”]» (Efesios 4:24), y «sean imitadores de Dios como hijos amados» (Efesios 5:1 RVA-2015).
Aquellos que experimentan agotamiento y desgaste emocional —algo habitual en nuestro mundo acelerado— podrían relacionarse fácilmente con las palabras de Jesús: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso». Y continuó animando a sus oyentes: «Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana» (Mateo 11:28-30 NVI).
La sabiduría de la Biblia, cuando se entiende correctamente, puede informar y enriquecer las prácticas de salud mental, al tiempo que proporciona esperanza y orientación práctica a quienes se enfrentan a problemas psicológicos. Sus enseñanzas preceden y complementan, en lugar de competir con los estándares de atención a la salud mental basados en la evidencia. Los principios bíblicos promueven relaciones seguras en las familias y comunidades, basadas en una relación segura con Dios. Describen la creación de un entorno que fomente la seguridad emocional y la curación. Promueven la creación de comunidades de apoyo, la práctica regular del autocuidado y el descanso, y el reconocimiento honesto de las emociones. Pero quizás lo más importante para establecer una salud mental estable es que ofrecen vías para desarrollar la resiliencia ofreciendo el tipo de sentido de la vida que enciende la esperanza ante las dificultades.