La Senda al Domingo
En todo el mundo, casi todos los que se consideran cristianos observan el primer día de la semana en lugar del séptimo. ¿Sobre qué base el domingo se ha convertido en el día aceptado de adoración?
Al fraile dominico Tomás de Aquino, teólogo muy influyente del siglo XIII, se le atribuye el asesoramiento a sus contemporáneos, «mantén firme que nuestra fe es idéntica a la de los antiguos. Negarlo, y disolvemos la unidad de la Iglesia». Aunque tradicionalmente se interpreta como una invitación de anuencia dentro de la Iglesia católica romana, podríamos considerar la advertencia de Aquino como una afilada critica a ciertos elementos de su propia práctica religiosa, aunque probablemente muy difícil que él lo viera de esa manera.
Una de las áreas donde no se mantuvo firme en la fe y la práctica de «los antiguos» fue en su elección de un día para considerarlo santo. La mayoría de los profesantes católicos y otros cristianos de hoy guardan el domingo como el día semanal de culto, pero ello significa desviarse de aquellos que les precedieron.
¿Cuándo, y con qué autoridad sucedió dicho cambio?
REVISIÓN COMO HISTÓRICA
Algunos remontan la consolidación del culto dominical al Sínodo de Laodicea del siglo IV, cuyo Canon 29 declaró que «Los cristianos no debían judaizarse descansando en el sábado, sino trabajar en ese día, en lugar de honrarlo como día del Señor; y, si pueden entonces, descansar como cristianos». Aquellos que afirmaran seguir a Cristo y aun estuvieran guardando el sábado como el séptimo día serían considerados «anatema»—maldecidos, excluidos, rechazados, no más miembros de la comunidad—castigo severo por continuar guardando el sábado de acuerdo al cuarto Mandamiento. Sin embargo, el hecho de que las autoridades sintieran necesario este decreto, indica que la práctica del sábado aún se consideraba apropiada por muchos seguidores de Cristo a más de tres siglos después de su muerte.
«Hablar del cristianismo primitivo se queda corto si no se incluyen las primeras prácticas de la iglesia».
Podríamos considerar al primer Concilio de Nicea (en 325), que desconectó el tiempo de celebración de la Pascua judía con el de la Pascua Florida que se celebra hoy en día: «Todos nuestros hermanos en el Oriente que antes siguieron la costumbre de los judíos son de ahora en adelante para celebrar dicha festividad más sagrada de la Pascua, al mismo tiempo con los romanos y vosotros y todos los que han observado Pascua desde el principio».
La «costumbre de los romanos» no fue solamente para señalar el día de la resurrección de Jesús en lugar de su muerte, sino para celebrarlo siempre en domingo. Esto fue debido a que la ortodoxia cristiana en desarrollo sostuvo que Él se había levantado en el primer día de la semana. Por consiguiente el Concilio de Nicea propuso una manera uniforme para calcular en cual domingo debería caer su celebración de la Pascua Florida cada año.
Los orígenes paganos de la Pascua Florida son bien sabidos; Deberíamos preguntarnos entonces, qué tan antigua era la costumbre de los romanos. En alguna otra parte clarificamos el momento de la resurrección de Jesús fue un sábado en la tarde, no domingo en la mañana, y escribimos sobre la veneración del domingo como una mezcla sincrética de la ortodoxia cristiana y la adoración pagana al sol. La Escritura simplemente instruye a los seguidores de Cristo de «proclamar la muerte del Señor hasta que Él venga» (1 Corintios 11:26, énfasis agregado), no que adoraran en el día que ellos creyeran que había resucitado.
No obstante, la mayoría de las iglesias de la actualidad defienden que el «Día del Señor toma su significado de la resurrección de Cristo», y basándose en eso el domingo «pronto se convirtió en el día en que las congregaciones se reunieron» (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento).
La divulgación del culto dominical podría fecharse también en el año 313, cuando el Edicto de Milán, declarado conjuntamente por los emperadores Constantino I y Licinio, despenalizó muchas prácticas de culto cristianos. Comentando acerca de la influencia de Constantino en aquellos años, Paula Fredriksen erudito y profesor emérito de la Universidad de Boston, señala enfáticamente que «el tipo de cristianismo que Constantino auspiciaba era muy diferente del que Pablo predicaba. El hecho de que el cristianismo de Constantino se conciba a sí mismo como el único verdadero de lo que Pablo enseñó no ayudaría al choque histórico que Pablo tendría al ver cuán diferentes son el cristianismo de Constantino y el de su propia predicación». ¿Cómo le hizo para desviarlo tanto?
Todos estos concilios y edictos se llevaron a cabo cientos de años después de los eventos descritos en el Nuevo Testamento, así que un desvío significativo del intento original puede ocurrir entre dicho alargamiento. ¿Podemos recurrir en algo más cercano de la época de los apóstoles mismos?
FUENTES PREVIAS FUERA DE LA BIBLIA
Por lo general se citan otros tres documentos para confirmar la práctica de adoración en domingo dentro de la iglesia primitiva. El primero es por Ignacio de Antioquía, cuya Carta a los magnesianos generalmente se cree que fue escrita a principios del siglo II.
¿Fraude, o Simplemente un Malentendido?
Es importante entender que en muchas obras que llevan el nombre de Ignacio, los estudiosos modernos creen que son falsificaciones con una fecha muy posterior. De las 15 o más obras que se le atribuyen, por lo menos ocho en general se les consideran fraudulentas, al no haber sido escritas cercanas al año 110 d.C., como se afirmaba, sino mucho más tarde, y por otros escritores. Sin embargo, las otras siete que se creían genuinas también se consideran ampliamente no confiables en virtud de las extensas añadiduras por otros escritores años después, ansiosos de antedatar el origen de puntos de vista en desarrollo ortodoxos. Inclusive la Enciclopedia Católica admite que «las epístolas originales fueron grandemente interpoladas para darle peso a los puntos de vista de su autor. Por dicho motivo, son incapaces de testificar a la forma original.… Es demasiado probable que la interpolación del genuino [y] la adición de las cartas espurias… fue obra de un Apolinar de Siria o Egipto, quien escribió hacia los finales del siglo quinto».
Por lo tanto, puede darse el caso de que la mayor parte de los escritos que se dice fueron por Ignacio realmente reflejan las creencias y prácticas de los que no vivían a finales del siglo primero, sino mucho más tarde. Como mínimo, las obras que se le atribuyen no se pueden utilizar como un indicador fiable de lo que cree y enseñaba la iglesia primitiva.
Traducciones de esta carta hablan de «Ahora bien, los que se habían criado en el antiguo orden de cosas [pero quienes], vinieron a una nueva esperanza, y ya no vivían guardando el sábado, sino el domingo, el día en que amaneció nuestra vida por gracia del Señor y de su muerte». Esto nuevamente ata el culto dominical a la Pascua, cuyas raíces se remontan, no a las figuras bíblicas y antepasados que más padres de la iglesia afirmaron seguir, sino a varias religiones precristianas.
Sin embargo, es importante recordar que este texto refleja simplemente la traducción interpretada del lenguaje del texto original—una traducción que bien podría traicionar prejuicios teológicos. El desacuerdo en este caso, es el hecho de que la mayoría de las traducciones suministran la palabra día («Día del Señor») sobre la base de que el contexto lo implica, aunque día en ninguna parte aparece en el texto griego del pasaje a los de Magnesia. Sin embargo, «el nombre ‘vida—zoen’ se encuentra presente en el manuscrito griego más antiguo en existencia [Manuscrito Mediceo-Laurentianus]; Así que ‘la vida del Señor’ es la traducción más factible» (Samuele Bacchiocchi, Del Sábado al Domingo).
«Forzar el “día del Señor” en el texto [de la carta de Ignacio a los magnesianos] se ve puramente como un instrumento artificial para apoyar la idea de un uso antiguo del término».
Aunado a esto, la palabra griega kata precede a la palabra ampliamente traducida como «el Día del Señor». En otras partes de la carta, kata con frecuencia se traduce «de acuerdo a», o «a la manera de». Así, el pasaje podría en su lugar recomendar que un seguidor de Jesucristo haga como Él lo hizo, no guardando el sábado de manera ritual como las autoridades religiosas judías lo venían haciendo, sino viviéndolo como Él lo hacía, siguiendo su estilo de vida—«De acuerdo al estilo de vida del Señor», o «modelando su vida a la manera de la vida del Señor».
Esto no ha escapado a la atención de otros investigadores. No obstante, en 1849 Sir William Domville, un confeso adorador en domingo, comentó en referencia a la dudosa traducción de la carta de Ignacio que «no existe frase o palabra en el original que corresponda a la frase ‘el día del Señor’, o la palabra ‘guardar’ [o ‘viviendo en observancia de’]... De hecho, hablar de vivir conforme al día es, usar una frase sin significado [en tanto que] ‘vivir de acuerdo a la vida del Señor va de acuerdo con el tono del contexto... Así que, ‘vivir de acuerdo a la vida del Señor, en donde también nuestra vida surgió’. ¿Por qué ‘también’ nuestra vida, a menos que la vida del Señor se halla sido previamente mencionada?»
Domville añade, «Aun más notable es el lenguaje de una frase anterior [en la carta a los de magnesianos], ‘inclusive los más santos profetas vivieron de acuerdo a [kata] Jesucristo’. ¿Qué significa esto, sino vivir ‘de acuerdo a la vida del Señor?’ es decir, de acuerdo al modelo establecido que nos dejó...» Su punto es que los profetas del Antiguo Testamento, con toda seguridad observaron el séptimo día, sábado, vivieron de una manera que estaba acorde con las costumbres de Cristo en vez de las costumbres de los líderes religiosos judíos, que añadieron tantas reglas y restricciones a la observancia del sábado que el significado del día básicamente se perdió.
«Al referirse a “los profetas más piadosos” que “vivieron en conformidad con Jesucristo”, muy probablemente Ignacio tenía en mente los pasajes de los profetas, como a Isaías 1:13–17, que acusó al pueblo por su observación ritualista externa, tanto como Jesús lo hizo con referencia a la observancia farisaica del sábado...»
Otra fuente primitiva citada con frecuencia es la Carta de Bernabé, la cual dice, «Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos». Aunque la carta es fechada con frecuencia con el año 74 d.C., cuando algunos de los apóstoles aun vivían, el contenido del libro enfáticamente sugiere que fue escrito considerablemente después. A principios del siglo XX, los comentaristas podrían decir que «los críticos modernos niegan por unanimidad la autenticidad de la carta. Cuando la carta fue escrita San Bernabé ya ni estaba vivo, aun si lo hubiera estado, este no hubiera adoptado la violenta y severa actitud demostrada a lo largo de este documento» (J. Tixeront, Handbook of Patrology). Inclusive la Enciclopedia Católica reconoce que la carta «debió... haber sido escrita entre 130–131 d.C.»
Se puede decir que la fuente más primitiva fuera de la Biblia utilizada para validar el culto dominical se conoce como la Didaché, una obra corta generalmente fechada a mediados de los siglos I y II. Enseña, «Reunidos cada día del Señor, romped el pan y dad gracias...» Esta referencia al «día del Señor» se dice que prueba la observancia del domingo en lugar del sábado (Sabbath) se practicaba ya desde el tiempo de los apóstoles.
Aunque, como es en el caso de los de Magnesia, la palabra griega para «día« no se encuentra en este pasaje de la Didaché. De igual manera, comienza con la palabra kata, y el contexto lo lleva a uno a una interpretación diferente: «[De acuerdo al mandamiento, enseñanza, camino,] del Señor reunidos, romped el pan y dad gracias».
«Concedo que “el día del Señor” con el tiempo llegó a significar el domingo, pero no podemos asumir automáticamente que tenía este significado en el principio. Otra cosa que no podemos asumir de forma automática es que el autor dice «día del Señor”. Existe duda acerca de la traducción».
Si tan solo hubiera alguna manera definitiva de resolver la cuestión de cual día deberían de guardar hoy los seguidores de Cristo.
VAYAMOS A LA FUENTE
Por fines de claridad, consideremos cómo la Escritura misma describe la práctica de la Iglesia primitiva del Nuevo Testamento. ¿En qué día adoraban, y en que tenían que basada esta práctica?
El relato bíblico de la creación indica que debido a que Dios descansó de su obra, y «bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó» (Génesis 2:3, versión Reina-Valera 1960). Cuando Moisés revisó los requisitos dados a los hijos de Israel, les instruyó: «Guardarás el día de reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado» (Deuteronomio 5:12).
¿Qué hizo Jesús? La Escritura indica que su práctica habitual era guardar el sábado, y no otro día. Enseñaba regularmente en la sinagoga, «como era su costumbre» (Lucas 4:16), inclusive, se describía a sí mismo como «Señor del día de reposo» (Marcos 2:28).
Cuando Jesús habló en contra de las autoridades religiosas de su época, criticó los requisitos adicionales añadidos a las instrucciones en las escrituras, no a la observancia de dicho día. Señaló que «atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres» (Mateo 23:4, versión Reina-Valera 1960). Aun así, indicó que debido a que «en la cátedra de Moisés se sientan los fariseos y los escribas, [deberías] hacer y observar todo lo que os digan, pero no hagas conforme a sus obras, porque dicen y no hacen» (versículos 2–3). La observancia del sábado era una de esas cosas que todavía se llevaba a cabo, no abandonado o cambiado sólo porque los fariseos, por sus propias tradiciones, habían añadido condiciones y limitaciones no bíblicas.
Isaías 58:13–14 indica que el sábado estaba destinado a ser una delicia, un motivo de alegría, no de pesadez o sensación de carga. Puede todavía ser así si se guarda como estaba previsto originalmente. Cristo mismo estuvo de acuerdo con esta perspectiva, indicando que «El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo» (Marcos 2:27). Fue diseñado para beneficio de uno mismo, no una carga que se deba soportar.
«Los documentos de los primeros cristianos… todos demuestran que hubo un alejamiento de la observancia del sábado. No podemos simplemente suponer, sin embargo, que debido a que la iglesia con el tiempo empezó a observar el domingo, siempre se guardó el domingo o que se observó el domingo desde el siglo I en adelante».
Lo escritores religiosos desde hace mucho han visto a Pablo como aquel que sacó al cristianismo de sus raíces judías. Muchos académicos modernos han comenzado a reevaluar y reconsiderar este sesgo de Pablo en su contexto completamente judío, viendo un acuerdo entre sus caminos y los de Cristo, cuya pauta siguió. En realidad, desde hace mucho tiempo la práctica continua de Pablo fue claramente la de guardar el sábado: «Llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres sábados discutió con ellos» (Hechos 17:1–2, énfasis añadido).
¿EL DÍA DEL SEÑOR?
En la actualidad muchos creen que el sábado del séptimo día fue reemplazado, invalidado por la observancia del domingo, sobre la base de que «los Padres de la Iglesia compararon la observancia del sábado con la observancia del rito de la circuncisión, y con eso demostraron que si los apóstoles abolieron la circuncisión (Gálatas 5: 1-6), por consiguiente también la observancia del sábado fue abolida» (Respuestas Católicas, «¿Sábado o Domingo?»).
El tema del pasaje en Gálatas es claramente la circuncisión, no la observancia del sábado. Tampoco Pablo y los demás apóstoles hicieron ninguna comparación en Hechos: 15. Ellos entendieron que el rito de la circuncisión física ya no es obligatoria para los gentiles conversos, mas no hicieron ninguna conexión entre la práctica y el requisito de guardar el sábado.
No obstante, no se trata de argumento de la nada: el sábado se incluye expresamente en el debate. Cuando Jacobo resumió el asunto, menciona específicamente el día de reposo (versículo 21) como la ocasión en que los no israelitas se reunían con los judíos en las sinagogas (porque se «convierten a Dios», versículo 19) para aprender tanto de qué cosas observar y qué cosas evitar. Esto último incluía la idolatría, fornicación, animales estrangulados y de sangre —todo lo cual eran aspectos de adoración pagana y por lo tanto debían apartarse de ello para poder acercarse al Dios verdadero. Si hubiera sido un problema, fácilmente los apóstolos pudieron haber hablado sobre cambios en la observancia del sábado, pero obviamente no era motivo de preocupación; lo que habían estado enseñando en las sinagogas aún estaba vigente.
James D. Tabor de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte clarifica: «La evidencia es que estos gentiles generalmente se ajustaban a lo que sería visto por los extranjeros como una forma de vida judía. Estos no se congregaban el domingo; no adoraban en una iglesia; no sabían nada de la Pascua Florida o Navidad, ni nada del calendario cristiano. Iban a sus reuniones en el Sabbath el séptimo día, el sábado».
Es ilógico creer que Pablo hubiera enseñado a los miembros judíos y no judíos de la iglesia que deberían reunirse en días diferentes. ¿Cómo podrían tener la esperanza de ser un cuerpo unificado si sus creencias y prácticas no fuesen las mismas, llevándoles a reunirse por separado el uno del otro cada semana?
¿Y qué tal el argumento que la Biblia señala un cambio en la observancia del sábado a la adoración en domingo para toda la iglesia? La Orthodox Study Bible, (Biblia de Estudio Ortodoxa) por ejemplo, dice que «con la resurrección de Jesucristo, el Sabbath, que era en el séptimo día, se ha convertido en el día de reposo en preparación para el Octavo Día, o domingo (véase Hechos 20:7)».
«Que Pablo les hablara (con gran detalle) a los creyentes reunidos (Hechos 20: 7-11) no implica nada acerca de su práctica habitual, ya que Pablo era un invitado especial y tenía la intención de salir al día siguiente».
Un sitio Web católico romano muy popular, Respuestas Católicas, en un artículo anteriormente citado, reclama de igual manera que en «Hechos 20:7, 1 Corintios 16:2, Colosenses 2:16–17, y Apocalipsis 1:10 indican que, inclusive en tiempos del Nuevo Testamento, el sábado ya no ataba a los cristianos y que en su lugar debían adorar en el Día del Señor, el domingo». ¿A caso la Biblia indica que la iglesia del Nuevo Testamento se deslindó del sábado y en su defecto adoraron en el primer día de la semana, llamado «el Día del Señor»?
Cuando las escrituras hablan de reunirse, se refieren a un propósito específico: para partir pan, para hablar, para preparar una donación monetaria y ser distribuida entre las congregaciones distantes en necesidad. Ninguna habla de adoración formal en el primer día de la semana, ni el partir el pan sinónimo de la participación del pan de la Pascua, cuya celebración es anual, no una práctica semanal (véase Levítico 23:4–6). En ninguna parte del Nuevo Testamento existe instrucción alguna para que los seguidores de Cristo cambiaran el horario o la frecuencia de la celebración de la Pascua. De hecho, el término partir el pan no era originalmente una referencia a cualquier práctica religiosa específica. Cuando la iglesia primitiva se reunía para partir el pan, simplemente estaban compartiendo alimentos con otras personas de la misma manera de pensar.
Partiendo el Pan
¿Cuándo la Biblia dice que los primeros seguidores de Cristo se reunían para partir el pan, es acaso una prueba de que estaban observando la Cena, o la Eucaristía del Señor, semanalmente en reuniones dominicales?
La expresión partir el pan «con frecuencia se refiere a compartir alimentos», de acuerdo al Anchor Yale Bible Dictionary (Diccionario Bíblico Anchor Yale). Continúa comentando que esta era «una práctica común de Jesús antes de los alimentos», y que dicha práctica «fue continuada por los primeros cristianos en su comunión diaria (Hechos 2:46)».
«Tanto en el Nuevo Testamento como en el judaísmo contemporáneo, partir el pan al comienzo de los alimentos no es un ritual, ni siquiera en conexión con la acción de gracias o de alabanza» (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento).
Conocido estudioso de la Biblia E.W. Bullinger, definitivamente dice: «“Partir el pan” no significa participar en la Cena del Señor, sino participar del alimento de todos los días con los demás. … “Pan” (una clase de alimento) se pone para cualquier clase de comida (o carne), y partirlo meramente significa cortarlo» (Lenguaje Figurativo Utilizado en La Biblia).
Pero ¿qué pasa con Apocalipsis 1:10, donde el apóstol Juan, en su introducción al libro, dice que estaba «en el espíritu en el Día del Señor»? Aunque la mayoría de los comentaristas que guardan el domingo ponen esto por delante como clara evidencia de que los seguidores de Jesús estaban guardando domingo antes del final del primer siglo, el debate académico dista de haber terminado. Uno de los puntos que se plantea es que no existe ninguna razón plausible para que Juan mencionara el día de la semana en que tuvo la visión; ello no tiene relación con el contexto del libro.
Dada la falta de apoyo en las Escrituras u otro medio adicional para la afirmación de que la iglesia primitiva estaba guardando el domingo, otra interpretación de este verso es mucho más factible: Juan está a punto de informar sobre lo que Cristo le reveló en una visión respecto al futuro —un tiempo al que los profetas se referían como «el día del Señor» (véase como ejemplo; Isaías 13:6; Jeremías 46:10; Joel 1:15; Abdías 1:15; Zacarías 14:1). En efecto, así dice, «tuve una visión, en la que fui transportado hasta el día del Señor».
Tomando en cuenta el primer (o «el octavo») día como superior al séptimo es en el mejor de los casos presuntuosos y equivocado. Abandonar las instrucciones d la Biblia y adopta un nuevo día de adoración es un cambio sin fundamentos e injustificable, como lo instruyera Jesús, «Porque les digo a ustedes, que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley» (Mateo 5:18, Nueva Versión Internacional).
¿CUáLES ANTIGUOS?
En algo estaba correcto Tomás de Aquino: seguir correctamente el ejemplo de aquellos que nos han precedido, resulta en la unidad de la fe y la práctica. La pregunta a responderse es, ¿quiénes son esos antiguos? Para aquellos que buscan seguir las enseñanzas de Cristo y la práctica de la iglesia que fundó, la elección de la observancia entre el sábado y el domingo es bastante clara.